Cuando observamos en la calle a multitudes de personas usando cubrebocas, pareciera que estamos en una película de ciencia ficción, donde solo faltan zombis y alienígenas para experimentar la más terrible de las pesadillas.
Pasará mucho tiempo para que nos acostumbremos a esta “nueva realidad” que está cambiando los hábitos de la humanidad, y para comprender en toda su extensión la profundidad de esta pandemia.
Si el Covid-19 surgió de murciélagos en un mercado húmedo de Wuhan en China o lo inventaron perversamente para concentrar más la riqueza del mundo o fortalecer la dominación política, no lo sabremos nunca. El caso es similar a la controversia del origen del VIH, de que si fue transmitido al ser humano por chimpancés africanos, o si fue resultado de una vacuna contra la poliomelitis, infectada con este virus y aplicada masivamente en África.
La realidad es que cuando se originó, el VIH alcanzó a contagiar hasta el 50% de la población de diversos países de ese continente, y aún hoy existen más de 23 millones de personas en el África subsahariana que padecen por este virus y la enfermedad que provoca: el sida.
Pero independientemente del origen del Covid-19, la realidad es que representa el mayor riesgo actual para nuestra salud y la de nuestros seres queridos, y lo debemos de enfrentar como reto personal independientemente del esfuerzo que hagan las autoridades, empresas de bienes y servicios, transportistas y otras instituciones.
La curva de contagios no se ha logrado aplanar en México, por lo que todos estamos expuestos a infectarnos, y como bien se dice, solo vivimos una vez. Existen problemas remediables e irremediables, y a estos últimos hay que sacarle la vuelta a como dé lugar.
Si nos cuidamos y logramos permanecer sanos, bajaremos la tendencia de los contagios y muertes. Esto permitiría que las autoridades pronto autoricen a la población a regresar a las actividades normales, y con ello recuperaremos los puestos de trabajo perdidos y se reactivará de nuevo la economía en beneficio de todos.
Tenemos que meternos en la cabeza que todo lo que esté cerca de nosotros o toquemos fuera de nuestras casas, tiene una alta posibilidad de contener el virus, por lo que tenemos que tomar las debidas precauciones.
Máxime si comprendemos que México, junto con Brasil y los Estados Unidos, son los países del mundo con los peores resultados en el combate a esta pandemia, y que mientras Alemania le dedica el 36% de su PIB al auxilio de empresas, trabajadores y familias, el gobierno mexicano solo invierte en ello un miserable 0.4%.
México se enfrenta a una catástrofe humanitaria gigantesca motivada por la crisis sanitaria, económica y de seguridad que padece, y por la más absoluta incompetencia del Gobierno federal para atenderlas debidamente.
Aunque algunas personas aún piensen que el virus no existe y que es un mito, tenemos todos que asimilar que esta enfermedad es la más absoluta realidad, ya sea que haya sido inventada o como efecto de un hecho “vampiresco”.
La situación es tan crítica que, incluso si uno cuenta con seguro de gastos médicos mayores, no tiene garantizada la atención médica porque ya no hay camas de hospital desocupadas en algunos estados de la República. De continuar la tendencia, pronto no habrá ninguna en todo México, y quienes más lo sufrirán son los derechohabientes del IMSS; tratarse en un hospital del Seguro Social es como visitar el infierno de Dante mencionado en su novela “La Divina Comedia”.
Lo básico e indispensable que debemos hacer cada uno de nosotros es quedarse en casa en la medida de lo posible. Si es indispensable salir, hay que usar siempre cubrebocas, guardar la sana distancia, lavarse frecuentemente las manos, llevar gel antibacterial y dejar los zapatos en la entrada de la casa al volver para desinfectar las suelas correctamente.
Además, queda en nosotros alimentarnos sanamente, hacer ejercicio, y tomar diariamente suplementos alimenticios que refuerzan el sistema inmunológico como las vitaminas D3 (5,000 a 10,000 UI) y C (de 1 a 3 gramos), el zinc y el selenio.
Y si tienes la oportunidad, las estrellas en el tema de las vitaminas son el germanio orgánico 132, la vitamina B-17 (amigdalina o laetrile) y el Biotiquín (liquido concentrado de caroteno rojo).
De cualquier forma, recuerda siempre consultar a tu médico antes de consumirlas.
Salud, dinero y amor… en ese orden: la receta de la felicidad de un filósofo mexicano.