Al diablo las instituciones”, fue uno de los lemas de la propaganda que llevó a López al poder. Sí, frases como esas causaron escozor, enojo, preocupación y cejas levantadas entre periodistas, académicos y otros sectores de la comunidad de defensores de la legalidad, pero funcionó con su base dura de votantes, a la que seguramente no pertenecemos ni usted, ni yo.
Mañosamente, el hoy presidente asoció la palabra “instituciones” con privilegios, burocracia excesiva, despilfarro, ineficacia y una retahíla de fallas e ineptitudes. Y en ese embarradero colocó a organismos autónomos y a instituciones desconcentradas del Poder Ejecutivo, tachándolos de “arañas patonas”, inútiles e ineficaces.
Suponemos que en algunos casos concretos el señor López tiene toda la razón, pero en otras realmente está usando nuevamente la propaganda para lograr sus fines. Uno de esos organismos amenazados por la espada desenvainada de López es el Instituto Nacional Electoral (INE). Al parecer, el presidente está convencido de que hay que “achicar” al árbitro electoral, el que cuenta los votos con autonomía del Gobierno.
Como es una institución, hay que darle “cuello” al INE. Y cuanto antes, mejor, porque como hemos dicho, el año entrante sucederá en México “la madre de todas las batallas”. A López no le gusta que se atraviesen en sus planes, y el INE se le “atravesó” desde que era Instituto Federal Electoral (IFE) y perdió en la elección del 2006 frente a Felipe Calderón.
Su exitoso lema de propaganda, “voto por voto y casilla por casilla” fue muy efectivo, pero solo para llamar la atención y hacer ruido, porque López jamás quiso hacer ese conteo. Sabía que no habría elementos para probar el supuesto “fraude” electoral.
Según el legislador morenista Pablo Gómez, su partido no quiere controlar a los órganos electorales ni quiere imponer a nadie, pero mortifica que López ha prometido convertirse en guardián de las elecciones. Ahora mismo, en el sitio yodefiendoaline.mx se está convocando a los mexicanos a defender la autonomía y fortaleza del INE.
En realidad, lo que debemos defender más allá de una estructura o de un equis nombre, es a la causa del INE. Por mí, que le cambien el nombre al INE. Si eso los hace felices -aunque es tremendamente costoso-, que le pongan Instituto para Contar Votos o Instituto de las Votaciones Populares.
Lo que usted y yo debemos defender es la autonomía del Poder Ejecutivo, de López y su gobierno, para organizar y supervisar las elecciones. Lo que debemos hacer es no permitir que esa actividad tan fundamental en una democracia, sea “tomada” y controlada para volver a los tiempos del PRI.
Si usted no recuerda cómo eran esas épocas, se lo digo aquí: durante más de 70 años sólo “ganaban” los candidatos que el tricolor imponía. Hasta los muertos “votaban”. Curiosamente, esa época del “carro completo” es la que vivió López dentro de su formación en el PRI y, como se la pasa mirando por el retrovisor, su nostalgia nos puede jugar una mala pasada.
Así que únase a quienes defienden la autonomía del árbitro electoral. Y hágalo pronto, con valentía, antes de que a ese bastión simplemente le den cuello.