Una probadita del 2021
Por favor: no pierda de vista las elecciones de este domingo en los estados de Hidalgo y Coahuila.
Por supuesto, no tendrán nada que ver con lo que ocurrirá en 2021, la elección monstruo calificada como la mayor de la historia de México, en la que se disputarán más de 21 mil sillas, entre ellas las de 15 gobernadores.
Las de Hidalgo y Coahuila serán un buen laboratorio que revelará información que por el momento solo está en el papel de las encuestas que cada quién paga.
De acuerdo con esas encuestas de opinión, de las que hay muchas y con resultados sorprendentes y dispares, más o menos en promedio la aceptación de López anda por niveles de 57% en Hidalgo y 54% en Coahuila.
Por lo pronto podremos saber de una vez por todas qué tan acertadas y veraces son las encuestas. Pero también y muy importante, qué tanta relación hay entre índices de aceptación y voto real.
Saldrán a la luz realidades que dejarán sin valor los dichos y falsos pronósticos de los promotores de la mentira. Veremos quién miente.
Es decir, sabremos la verdad y no necesariamente de manera directa sobre los resultados, pues quizá lo que quede al descubierto es qué tan efectivos son para corromper el sistema electoral mexicano y hasta dónde están dispuestos a llegar. De que lo van a intentar, que no les quede la menor duda.
En esta probadita de elecciones intermedias se involucran factores que incrementan su valor, como el hecho de que no esté en juego la presidencia, siempre tan atractiva que aumenta la participación y hace ir a las casillas a muchos que regularmente no se involucran. Entonces ¿qué nivel de participación veremos?
Las estatales son elecciones que se nutren de otros motores. La aprobación o desaprobación de los gobernantes pueden ser un factor crítico. No olvidemos que en el 2018 muchos votaron con el hígado revuelto por los resultados de los partidos, o al menos por la percepción de que sus resultados eran tan malos como para merecer castigarlos. Votaron por el meteorito, chiste local que se refiere a la extinción de los dinosaurios.
Entonces, el desempeño de los gobernadores y la percepción que se tenga de ellos también afecta y mucho. Eso agrega otro elemento a la dinámica del voto: la percepción, cuya esencia es más de índole subjetiva.
Es el elemento que distingue ya no entre si lo hicieron bien o mal, sino de cómo lo comunicaron y si su comunicación fue efectiva. Aquí entra la paradoja de si López lo hace mal pero lo comunica bien.
En este campo muchos gobernadores luchan contra el peso del poder mediático del Gobierno federal y del mago de la manipulación que está al frente. Además del poder de facto del mismo, pues hemos visto sus maniobras de retirar de aquí al Ejército, aumentar allá el presupuesto, castigar al que no esté de su lado. Maniobras que son sufridas por los ciudadanos, pero que no siempre son tan avezados para discernirlas e incluirlas en la mezcla de sus elementos de decisión, entre las que debería estar siempre el beneficio duradero y no solo la recompensa inmediata. No somos ni animalitos, ni mascotas.
En síntesis, veremos por un lado el efecto AMLO en su esplendor y por el otro a los ciudadanos, conscientes o no, en medio de una gran crisis sanitaria y económica, tratando de entender qué camino los sacará del hoyo. Veremos el tamaño del manipulador contra el tamaño de la madurez del votante, y su capacidad de ejercer el voto útil.
Este experimento nos permitirá preparar mejor el gran evento de junio del 2021. Servirá para crear estrategias, agregar o cambiar otras que ya existen, siempre pensando en el bien común.