Tenemos un gran potencial que nunca habíamos visto en la historia de la humanidad para poder hacer el bien, pero el mayor freno es el individualismo y el aislamiento de las personas que no se vuelcan hacia las necesidades de la sociedad”. Rabino Leonel Levy
Cuentan que uno de los primeros comunistas del mundo pudo haber sido el gran jefe Sioux “Toro Sentado”, ya que al momento de rendirse en el año 1881 ante el general estadounidense William Tecumseh Sherman comentó: “Ustedes los hombres blancos al haber inventado el dinero y la propiedad privada provocaron su propia autodestrucción”, y agregó: “el hombre blanco sabe cómo hacer cosas… pero no sabe cómo distribuirlas”.
Para efectos prácticos en la historia contemporánea existen dos tipos de gobierno: el capitalismo y el comunismo; la libre empresa y el estado, siendo las demás variantes de éstos. Sin embargo, el peor de ellos es el tercero: el populismo, que puede adoptar ambos extremos.
Si vemos la situación del mundo actual y analizamos la historia, no hay régimen populista que no haya terminado en tragedia, tanto para el gobernante en turno y su grupo de testaferros, como para la población que tiene la desventura de padecerlos.
Hitler, Mussolini, Allende, Perón, Castro, Chávez, Maduro y otros han llevado a sus pueblos a increíbles niveles de sacrificio y sufrimiento persiguiendo quimeras inalcanzables y sintiéndose tocados por una mano divina para cumplir con ellas.
Podríamos decir que, de esas dos formas de gobierno, una consiste en crear riqueza con la suma de todos los habitantes de la nación de que se trate, mientras que la otra requiere de un “estado benefactor” que provea bienes y servicios a la gente sin que esta desarrolle todas las fortalezas y habilidades con que cuenta, misión siempre imposible de cumplir.
La primera tiene la posibilidad de distribuir la riqueza creada por la propia población, y en cambio la segunda solo puede distribuir la miseria provocada por el mismo gobierno. ¿Sabrán de esto “el Peje y sus bandidos de Río Frío”?, ¿o creerán que con sus destructivas acciones nos llevarán al “Nirvana” y no al mismísimo “infierno” al que nos empujan?
Se dice que las comparaciones son odiosas, pero no podremos dejar de pensar en dos naciones en los extremos opuestos de la riqueza y la miseria como son Singapur y Venezuela. La primera con un ingreso per cápita anual de $100,000.00 dólares por año, y la segunda con un nuevo salario mínimo de $18.00 dólares mensuales, que es, por cierto, justamente el precio de un kilo de queso.
Singapur, aunque es una nación pequeña, tuvo la fortuna de contar con un presidente como Lee Kuan Yew, que de 1959 a 1990 la gobernó de forma muy exitosa. De ser el traspatio del mundo que había abandonado Inglaterra como una de sus colonias -y que nadie quiso anexarse en su momento- la llevó a ser una de las democracias más prósperas en la actualidad.
En cambio, Venezuela era uno de los países más ricos por su gran cantidad de reservas de petróleo, pero como resultado de 20 años de un gobierno populista de izquierda, pasó a ser uno de los más pobres del planeta.
Y ahora el gobierno de López nos quiere llevar al populismo socialista de Venezuela, Cuba, y Corea del Norte que son sus ídolos, en lugar de convocarnos a seguir los ejemplos de países del tipo de los escandinavos, o Canadá, que son de los más prósperos, igualitarios y felices del mundo.
Cuando un gobierno no se siente capaz de lograr el progreso de su pueblo porque no cuenta con la visión ni las fortalezas necesarias para lograrlo, pero sí tiene un gran deseo de permanecer en el poder el mayor tiempo posible, se convierte en un régimen tiránico y populista como es el caso del presidente López, sin importarle el alto costo que la ciudadanía tiene que pagar.
Definitivamente los gobiernos de la transición de Vicente Fox y Felipe Calderón no supieron aprovechar el momento histórico que les tocó vivir, y con el de Enrique Peña Nieto caímos en lo más profundo de la irresponsabilidad y corrupción, así que algunos pensaban que tenía que llegar “el Peje” a la presidencia para darle “un escobazo al panal” y soltar el avispero.
Pero casi nadie se imaginó la cauda de errores y destrucción que traería consigo esta nueva administración. Como ya hemos dicho: ésta ya fracasó, y solo falta conocer cuándo se va y el monto de los altísimos costos que tendremos que pagar por sus locuras.
Y volviendo a nuestras prioridades, la contención de nuevos avances antidemocráticos y totalitarios será especialmente importante cuando arranque en septiembre el nuevo período ordinario de sesiones del Congreso federal. Al mismo tiempo, tendremos que llevar a cabo esfuerzos indispensables para la recuperación de la economía retomando nuestros hábitos de consumo con las debidas precauciones para apoyarla.
La prioridad indispensable es la división de poderes que tenemos que lograr en las elecciones del 2021, recordando que sin 2021 no hay 2024 para el relevo de Morena. Además, es vital concentrarnos especialmente las universidades y los organismos del sector privado en el diseño de un México viable para arrancar su construcción, una vez que despertemos de la actual pesadilla que hoy vivimos.
Urgente es construir y reforzar los contrapesos necesarios para forzar a los gobiernos a que cumplan con su función básica de garantizar un estado de derecho, seguridad, servicios universales y eficientes en educación y salud, y proveernos de la infraestructura imprescindible para el adecuado desarrollo del país.
Seguiremos tratando estos importantes temas y por lo pronto hagamos Patria fortaleciendo la sociedad civil, participando decididamente en los partidos políticos, organismos privados y no gubernamentales de nuestra preferencia para sumarnos a la creación del México que anhelamos.