Reapertura disciplinada

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· Política | 03 agosto 2020
Por Equipo Editorial

Con una contracción de la economía mexicana de casi el 20% en el segundo trimestre del año y sin que podamos vislumbrar aun el fin de la pandemia y cuarentena correspondiente, ya nos podemos ir encomendando al santo de nuestra devoción. La afectación a la mayoría de los mexicanos por las crisis sanitaria y económica que nos agobian, será verdaderamente brutal.

Para acabarla de amolar, los gobiernos tanto a nivel local como federal se hacen bolas. No logran avanzar en la solución del problema, y lo peor de todo es que… ni siquiera les conviene.

Porque no solo a López le cayó “como anillo al dedo” la pandemia -lo que este quiere es el cierre masivo de empresas y que sus dueños abandonen el país-, sino que en Nuevo León, por ejemplo, esta crisis de salud hizo que la escasa popularidad del Gobernador aumentara del 15% al 35% en los últimos cuatro meses.

La autoridad parece “máquina de patio”: un día para adelante y otro para atrás. No progresamos ni un centímetro en eso de atajar al famoso Covid-19. A como van las cosas, probablemente hasta marzo del año entrante podamos pensar en volver a nuestras actividades normales cuando se cuente y se aplique a la mayoría de la población la vacuna. Pero será demasiado tarde.

El tiempo apremia. No hay solución de corto plazo porque desafortunadamente un buen número de personas no acatan las medidas dispuestas. Saben que no hay consecuencia alguna por su indisciplina y simplemente hacen lo que se les da la gana. Pagan justos por pecadores porque, como no baja la curva de contagios, los cierres vienen parejos y la afectación a la población es masiva.

Aceptemos la realidad: abramos de nuevo la economía y retomemos nuestras actividades y hábitos de consumo normales, pero acatando las recomendaciones de los expertos sanitarios.

No es nada difícil ni oneroso cumplir con las medidas sanitarias. Solo se requiere de voluntad y determinación, y que se castigue con rigor a quienes no cumplan con los protocolos establecidos.

Ante este gravísimo problema sanitario y económico pensemos en grande y tomemos al toro por los cuernos. Las mismas empresas, a través de los organismos que las representan, deben diseñar protocolos de apertura con sentido de urgencia, por zonas y tipo de actividad económica, con estrictas medidas de seguridad e higiene, proponerlas al gobierno, y exigir que se implementen sin pérdida de tiempo.

Primero se diseña la estrategia, luego se decreta legalmente el programa y se hace una campaña publicitaria que promueva las medidas y consecuencias para quienes no las respeten, -digamos un arresto de 24 horas-, y finalmente se implementa, como hemos mencionado, por zona y rubro de actividad económica.

El gobierno, con el apoyo de la iniciativa privada, debe contratar a un buen número de empresas que rápidamente se especialicen y certifiquen en el tema, para que estas guíen a otras en la implementación de los protocolos y autoricen su reapertura en visitas presenciales.

Además, se puede solicitar a compañías proveedoras de personal para que contraten y entrenen a inspectores (cientos o miles de ellos). La idea es que visiten los negocios formales e informales para comprobar que cumplen con las medidas. De no ser así, se tendrán que aplicar las sanciones correspondientes.

Los recursos para pagar a las empresas certificadas e inspectores pueden venir de una aportación voluntaria de quienes reabran pagando una cantidad de 10 pesos diarios por trabajador en funciones, hasta que se aplane la famosa curva de contagios.

Si queremos retornar a nuestras actividades normales, y con ello ganar de nuevo el sustento para nuestras familias, tenemos que ser muy estrictos en la aplicación de las sanciones con quienes incumplan los reglamentos, trátese de quien se trate y sin excepción alguna.

De una autoridad complaciente no podemos esperar nada bueno sino morir por inanición. Exijamos que esta se ponga las pilas y lidere la reapertura. Si el gobierno del estado y los alcaldes se deciden por este programa con total precaución y se alcanza el éxito, seremos un ejemplo mundial de cómo resolver esta grave crisis que afecta a toda la humanidad.

Decidámonos a actuar con unidad, energía y estrategia, para que México inicie cuanto antes el largo y sinuoso camino para la recuperación económica.

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