Se buscan ciudadanos conscientes

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· Política | 15 agosto 2020
Por Equipo Editorial

El desprecio de la gente por los partidos políticos en México se acrecentó en los últimos años y facilitó en 2018 la victoria de un “movimiento” llamado Morena, aglutinador de priistas, panistas, izquierdistas, perredistas y verdecologistas cobijados por López Obrador.

Los partidos se fueron ganando a pulso ese desprecio, culpa de algunos más que otros, pero bien merecido por su desempeño promedio, si no que desastroso. ¿Qué lealtad se podría esperar de una población que ha sido abandonada, vejada y relegada de las decisiones que más le importan?

También es natural que muchos le rehuyan a los políticos. Solo los siguen masoquistas, ingenuos, resignados o convenencieros. A tropezones, así nuestra democracia se fue construyendo. El voto de la mujer, la alternancia, el IFE, el INE, la extensiva credencialización. En cámara lenta, pero con pasos gigantes.

Pero resulta que aprovechando el río revuelto, este gobierno ha trabajado abiertamente en la destrucción de algunas instituciones y sembrar desconfianza en otras, como el INE, abonando a la desunión ciudadana y creando suspicacias sobre los procesos democráticos. El INE organizó la elección en 2018 que le dio el triunfo a Morena, pero sistemáticamente este partido y su líder principal han señalado desde entonces –sin argumentos, ni evidencias– que el INE solapa fraudes electorales, lo cual a todas luces es mera propaganda.

Pero vayamos al tema que nos ocupa. En este mismo espacio se planteó hace unos días la necesidad de fomentar un partidismo consciente, que consiste en aplicar las cualidades del capitalismo consciente, descrito por John Mackey.

En su libro, Mackey señala cuatro líneas que distinguen su propuesta frente a otros modelos tradicionales de capitalismo. En el caso de una empresa, sus ejes serían:

 

  • Propósito: empresas enfocadas más allá de la mera rentabilidad.
  • Liderazgo: formadas por personas donde el “nosotros” supera al yo.
  • Cultura: de responsabilidad, confianza, transparencia e igualdad, y
  • Bien común: que rinde cuentas a los inversionistas, pero también a la sociedad.

 

Creemos que los partidos políticos pueden y deben aplicar esos cuatro principios. La propuesta por un partidismo consciente consiste en eso, justamente. Es decir, que con responsabilidad social estén dispuestos a buscar el bien común más allá de sus intereses propios, siendo los líderes de un acuerdo que no sólo sería histórico, sino además la ventana de una nueva oportunidad para México.

Las empresas, los partidos y cualquier institución, están formadas por personas independientes. Aquí es donde se debe pedir a todos los ciudadanos que se suscriban a los mismos cuatro principios que exigimos a las agrupaciones.

Todos buscamos más candidatos ciudadanos, sin embargo, tal cual está la ley eso implica afrontar grandes desventajas en un proceso electoral. Son deseables y deben fortalecerse y asegurar que las leyes electorales les emparejen el piso. Algunas incluso han sido exitosas, a veces más por razones circunstanciales que por razones de peso. Es un riesgo que debe correrse, en este caso, con la mente totalmente fría.

Las candidaturas ciudadanas deben verse, por el momento, como la formación de cuadros de origen ciudadano para participar bajo las siglas de un partido. Aún así los cuatro requisitos indispensables no son menores. Capacidad, honestidad, disponibilidad y viabilidad. Todas al mismo tiempo y en la misma persona.

¿Y los partidos políticos? Esos entes desgastados son lo que tenemos. Algunos han mostrado signos de entender y aceptar este acuerdo. ¿Son sinceros? A ciencia cierta no lo sabemos, pero “con estos bueyes hay que arar”. Tendrán que acordar primero entre ellos y luego con los ciudadanos. Al menos así podrán ganar algunas elecciones, si no, se arriesgan a perderlas todas.

En el 2021, ¿los ciudadanos estamos dispuestos a votar masivamente y pensando en México, más allá de nuestros propios intereses y gustos partidistas? Siguiendo las ideas de Mackey, el propósito en 2021 es votar por el candidato opositor más viable, aunque no sea nuestro preferido, como muestra de ser un ciudadano consciente. No hacerlo podría significar el triunfo de Morena y el fortalecimiento del autoritarismo y el carácter autocrático que ese movimiento liderado por López trae en su agenda.

El voto de cada uno de nosotros es tan importante que se definiría como la declaración de liderazgo personal consciente, pues se haría pensando más en el nosotros que en el yo. El voto así es responsable, genera una cultura nueva de civismo y construye el bien común. La madurez de una persona, un ciudadano y de las sociedades, es definida muchas veces a partir de las decisiones y acciones que toman. La madurez también se refleja en la capacidad de posponer el beneficio inmediato en busca de un beneficio mayor en el futuro. Por eso necesitamos ciudadanos conscientes.

¿Seremos capaces en 2021 de votar con consciencia? Ojalá, para juntos construir los contrapesos que limiten las malas decisiones de este gobierno. Un gobierno que por ignorancia o perversidad amenaza con convertir a nuestro país en un gemelo de Venezuela, con todo y su dictador.

 

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