No hay nada más difícil de tomar en las manos, más peligroso de conducir o de éxito más incierto, que tomar la delantera en la introducción de un nuevo orden de las cosas”. Nicolás Maquiavelo
Vaya tremendo lío en el que está metida nuestra querida Patria. No nos han bastado 300 años de Colonia más 200 de Independencia para alcanzar, como país, el nivel de prosperidad e igualdad del que gozan otras naciones en el mundo, ni hemos podido erradicar los altos niveles de pobreza y desigualdad que padecemos.
La historia de México nos muestra en lo general que el gobierno no ha estado a la altura de las circunstancias, ni hemos contado con los contrapesos necesarios para exigirle buenos resultados, además de que la sociedad, por estar ocupada en lograr su subsistencia, se ha mostrado indiferente a la política.
Nuestra primera etapa como país independiente de 1821 a 1876 fue un período de prueba caracterizado por un alto grado de caos y desorden en el cual nos enfrentamos con tres países y perdimos la mitad del territorio nacional.
Después vino la dictadura de Porfirio Díaz que con su lema de “orden y progreso” nos dio paz, crecimiento e inversión en infraestructura, aunque se le acusa de que tenía la mano dura.
Al llegar Francisco I. Madero “soltó el tigre” que después no pudo enjaular, y al no decidirse a combatir y dominar al “statu quo” de la época, permitió que aviesos intereses políticos nacionales y extranjeros a los que no les convenía un México democrático provocaran “La Decena Trágica”, en la que en febrero de 1913 fueron asesinados el propio Madero, su hermano Gustavo y el vicepresidente José María Pino Suárez. La traición llevó el nombre de “Pacto de la Embajada” acordado entre Victoriano Huerta y el embajador gringo Henry Lane Wilson.
Llega así la Revolución Mexicana, que nos costó más de un millón de vidas humanas, conflicto que amenazaba con prolongarse hasta que otro embajador estadounidense, Dwight W. Morrow, le vende la idea al presidente Plutarco Elías Calles de formar un partido que integre a todas las diferentes corrientes políticas y que cambie armas por puestos públicos y prebendas, surgiendo así el PNR (antecedente del PRI), con lo que se institucionalizó la corrupción en México.
Inmediatamente después se diseña “el sistema presidencialista” y con éste surgen “los poderes fácticos” (el poder de hecho y no de derecho) para así “repartirse el pastel” desde ese entonces a la fecha, asegurándose mantener a la mayoría de la población en la ignorancia y la miseria para manipularla fácilmente.
Afortunadamente el pueblo reaccionó en el año 2000 y se regaló un “bono democrático” que no supieron aprovechar los gobiernos panistas de Vicente Fox y Felipe Calderón, heredando el manejo de la nación a uno de los más incompetentes y corruptos gobiernos en la historia del país.
Así, con el pueblo harto de tanta impunidad y desorden le brinda la oportunidad a quien se hizo llamar “la esperanza de México”, que montando en su extrema soberbia se transformó rápidamente de un “peligro” a un “desastre” para el país.
Prometió acabar con “la mafia del poder”, y acabó asociándose con ella. Solo basta conocer quienes lo acompañaron a la visita realizada a Trump en julio pasado. Solo le faltó invitar a Carlos Salinas de Gortari para completar el cuadro.
Por lo tanto “resultó más caro el remedio que la enfermedad”, y ahora la sociedad civil tiene enormes retos y tareas que cumplir, siendo la más importante rescatar a como dé lugar “la división de poderes” en el Congreso Federal en las elecciones del próximo año, ya que es una cuestión de vida o muerte.
Y mencionamos esta frase extrema porque si a López y su grupo de anarquistas no los frenamos por la vía democrática el próximo 6 de junio, su estrategia de dividir y destruir a México nos puede llevar a un conflicto armado y con ello perderemos sin duda la Patria, la libertad y el patrimonio.
Afortunadamente hay esperanza, ya que por una parte se están fortaleciendo y uniendo importantes contrapesos como los más de 40 movimientos sociales nacionales existentes, los partidos políticos de Oposición están tratando de integrar una coalición para hacerle frente a Morena, y hay múltiples aliados trabajando fuertemente en favor de la democracia y la libertad.
Las otras dos indispensables tareas son: someter y controlar a los “poderes fácticos” (o “mafia del poder”), que han depredado al país por casi 100 años, y elegir y contar con gobiernos confiables que garanticen estado de derecho, seguridad pública, servicios universales y de calidad en educación y salud, y fomenten el crecimiento económico para alcanzar la prosperidad e igualdad anheladas.
Toda la gente de bien debe participar en estas importantes tareas, ya que sin estos logros no tendremos esperanza alguna. Pensemos en las actuales y futuras generaciones y actuemos en consecuencia: no hay tiempo que perder.